UN DÍA EN LA VIDA DE MARTHA SANTILLÁN

08.00, el sol brinda su calor de manera cautelosa. El Centro de Quito, es un lugar donde la gente transita ajetreada. En la entrada de la Secretaría de Pueblos Movimientos Sociales y Participación Ciudadana (SPPC), ubicada en la Santa Prisca N 12-1137 y Pasaje Ibarra, una mujer de sonrisa tierna y amable les da bienvenida.
Entre saludos y conversas Martha ingresa a la Dirección de Pueblos e Interculturalidad, allí presta sus servicios como servidora pública junto a cinco compañeros más. Su trabajo consiste en realizar proyectos y trabajar con los diversos pueblos y movimientos sociales existentes en Ecuador.
Martha Santillán es representante de la nacionalidad Kichwa, pueblo Otavalo. Desde muy pequeña llegó a Quito donde inició su preparación académica.  Para mí, fue muy difícil, ya que era monolingüe. Me costó mucho aprender español y  vivir lejos del campo, cuenta Martha.
Sus estudios secundarios los realizó en el colegio Hipatia Cárdenas de Bustamante. Posteriormente, gracias a una beca estudió Comunicación en el Centro Cristiano de Comunicaciones (CCC). Luego, se formó en la carrera de Gestión y Desarrollo Local en la Universidad Politécnica Salesiana.
Durante su vida laboral estuvo en varios espacios. Realizó trabajo periodístico en la Radio HCJB, trabajó con Visión Mundial en comunidades de Chimborazo, hizo teatro en la Corporación Cuna de Brea, estuvo en el Congreso Nacional y, actualmente, presta sus servicios en la SPPC.
A sus 33 años se siente orgullosa de trabajar en representación de su pueblo e impulsar proyectos que permitan la consolidación de un Estado basado en el Sumak Kawsay o buen vivir.  
Con sonrisa agradable y cálida, muestra los proyectos que junto con sus compañeros han elaborado con el fin de acercarse a las comunidades, establecer necesidades y buscar soluciones a las mismas. Además de difundir, mediante productos comunicacionales, el trabajo que realiza el Gobierno ecuatoriano.
Mientras habla sobre la pluriculturalidad y la identidad de los pueblos, así como la necesidad de recuperar nuestra lengua ancestral, es interrumpida por uno de sus compañeros, quien le informa que tienen una reunión importante con Rosa Mireya Cárdenas, ministra del SPPC.
De forma cordial, Martha pide disculpas porque le será imposible continuar con la entrevista. Se despide, asegurando que el trabajo de un comunicador es el más gratificante, ya que se trata de devolver a la sociedad todo aquello que esta le ha entregado.